100 días como el cangrejo

En los primeros 100 días de gobierno, algunos mandatarios y sus gobiernos “van como el cangrejo”, es decir que están retrocediendo o no están progresando como se esperaba. Las acciones de un gobernante en los primeros 100 días de su mandato son punto de partida que permite prever la eficacia de su administración. Este período inicial no solo refleja su capacidad para cumplir con los compromisos electorales, sino que también demuestra cómo enfrentará los desafíos políticos y sociales prometidos durante su campaña.

Un mal comienzo para un gobernante se manifiesta claramente cuando no se proporciona información clara, objetiva y detallada sobre el estado de la administración al finalizar el periodo de transición entre gobiernos, sembrando dudas y desconfianza entre los ciudadanos respecto de las decisiones y acciones del nuevo gobernante. Más aún, si el nuevo mandatario designa un gabinete con personas inexpertas y de otras regiones y además asigna asesores cuyas funciones no están claras, sin antes revisar la estructura del gobierno que recibió, evidencia una falta de prudencia. Esta acción compromete la estabilidad del gobierno y su credibilidad al mostrar desprecio por el talento local. En este periodo, la inercia o la ausencia de nuevas propuestas, programas o proyectos significativos, puede estar indicando que el nuevo gobernante se dirige en una dirección equivocada mostrando falta de iniciativas para enfrentar y resolver los desafíos prometidos. En los primeros 100 días, el aspecto más relevante que surge es la dificultad para cumplir con las promesas de campaña. Esta incapacidad no solamente pone en tela de juicio la honestidad al no honrar la palabra, sino que revela una falta de eficacia y habilidad para gestionar y liderar soluciones dentro del intrincado panorama del ente territorial. la desatención de este compromiso genera no solo una desconexión con las necesidades y expectativas ciudadanas, sino también una incapacidad para planificar, ejecutar y adaptarse a los desafíos emergentes. En este perido es notoria falta de experiencia de muchos gobernantes en la administración de las finanzas públicas, emergiendo no como una debilidad, sino como amenaza para la estabilidad y el progreso de las comunidades. La carencia de conocimientos financieros, en especial de la Hacienda Pública, pone en juego la habilidad para diseñar, interpretar y ejecutar presupuestos de proyectos ciudadanos. Es imperativo que se reconozca esta brecha y se busque de manera urgente el asesoramiento y la capacitación necesaria para superarla. En estos primeros días y en los cuatro años de gobierno, la comunicación no es un mero complemento a la gestión, sino una de sus piedras angulares. La capacidad para implementar políticas eficaces se ve mermada si no se adopta y pone en marcha una estrategia de comunicación eficiente. La ausencia o la exageración de interacciones con la ciudadanía, ya sea en reuniones o apariciones públicas, o incluso en las redes sociales, no es solo una oportunidad perdida, sino un indicador de una desconexión profunda y preocupante de las necesidades ciudadanas. No comunicar efectivamente socava la confianza pública en el gobierno y compromete la capacidad del mandatario para liderar de manera efectiva. Finalmente, sobre el tema de la “Seguridad Pública”, que tanto preocupa en las regiones, es necesario hacer una reflexión sobre la relación entre las estadísticas de criminalidad y la percepción pública de inseguridad. Lo anterior sugiere que la lucha contra la inseguridad no solo se enfoque en reducir los índices delictivos, sino también en mejorar la confianza de la población en las medidas de seguridad pública que los gobiernos adopten. Conclusión Los primeros 100 días para algunos gobernantes en Colombia se han caracterizado por una gestión marcada por la opacidad, inactividad, disputas, incumplimientos, dificultades financieras, comunicación deficiente y seguridad en declive, señalando la urgencia de reajustar la estrategia de gobierno para cumplir con las expectativas ciudadanas.